Es un descubrimiento cada vez que se observa la obra de Carolina Martin Duarte. La exquisita sensación de encontrar siempre matices diferentes, hace que se convierta en una obra viva, que atrapa a quien se atreve a mirar más allá y encuentra elementos que sin duda establecen una conexión directa con el observador.
Su trabajo pictórico se nutre de vivencias personales en medio de un riguroso trabajo alquímico con diversos materiales, que más allá de crear texturas, evocan sensaciones de paisajes; de parajes alucinantes que desde siempre la artista lleva dentro de si y que apelando a un trabajo experimental, logra todo la fuerza expresiva del informalismo abstracto. La obra de Carolina refleja el más puro contenido de su alma, de la introspección con la que se conecta con su naturaleza, con su selva Tayrona, con su Sol y con su mar y con cada sensación que le permite volcar toda la inspiración en los materiales con los que trabaja, para hacer de las texturas un mundo que invita a sumergirse dentro de el. No obstante, dentro del cromatismo que naturalmente tienen los minerales con los que trabaja, las arenas y tierras, cada obra de Martin Duarte es un verdadero devenir de color, de un sin número de capas, de acrílicos y óleos, que hacen única la experiencia de admirar cada cuadro. Por lo mismo, es paradójico encontrar espacios de mucha calma, contrastando con zonas llenas de tensión, porque ella va de lo atmosférico a lo geométrico con total naturalidad.
  

Carolina trabaja de forma dinámica y siempre hay un mensaje, casi un secreto en cada obra, lo que confluye en una comunicación inagotable para todos aquellos que disfrutan cuestionar una obra de arte. Por eso siempre va a ser interesante dejarse seducir por cada trabajo nuevo, porque dentro de su investigación, logra emocionarnos y transportarnos a lugares mágicos de su ser.

José Joaquín Laverde Roldán
La Botiga Galería
Director